FUMANDO ESPERO LA MUERTE QUE NO QUIERO…, podría ser la adaptación libre de una letra tangera o aquella otra “FUMAR ES UN PLACER SENSUAL” y de una u otra forma ni es un placer ni es sensual pero, seguramente, lo llevará a la muerte en un tiempo no muy extenso.
Dice DIARIO Z, del sindicato SUTHER, quizás el semanario que hacía falta en la ciudad, donde se tratan los más diversos temas y no sólo los corrillos de la política barata donde todo es negocio: “Tres de de cada diez porteños fuman y siete de cada diez mueren por enfermedades asociadas con el tabaquismo. Las leyes que limitan los espacios donde se puede fumar han logrado disminuir el número de fumadores activos y pasivos”, siendo el transcripto el copete de una nota que no tiene desperdicio refrendado por Adriana Carrasco.
Si bien es cierto que las leyes sancionadas limitan, desde aquella ordenanza aprobada a pedido del Concejal Juan E. Balestretti y un grupo de concejales, todos mandato cumplido, han hecho progresar bastante el dejar cilindro maquiavélico yrufían, según palabras Pipo Cipolatti y recordada por Adriana en su nota “Volutas que matan en nombre del placer”
Pero no fue fácil ponerle coto a un hábito totalmente dañino y perjudicial para quien lo tiene y para aquellos que están cerca.
No debemos olvidar el contrapunto que hicieron las marcas de primera línea que no querían que sus publicidades salieran impresas en blanco y negro porque, según ellas, perjudicaba la actividad comercial. ¡Cuánto debió pelearse para que al final se aprobara la ordenanza! Y eso que según la misma se prohibía en uno de sus artículos que se pegaran afiches en color en la publicidad estática bajo responsabilidad del gobierno porteño.
Fue una lucha sin cuartel que al final el porteño y por qué no la salud pudo verse beneficiadas.
No quedó ahí la lucha contra el tabaquismo en una ciudad donde “enfermedades ligadas al tabaquismo consumen el 15 % del presupuesto total de salud” y tampoco queda detenida en este punto la pelea contra el negocio de unos pocos y la enfermedad de muchos (¿Qué otra cosa es el cigarrillo?) y qué otra cosa es el hábito que, según costumbres del todo mentirosas, el pitar el cilindro da patente de hombre.
Podríamos hablar de la droga legal o de la droga permitida “beneficio” que tiene la marihuana o el alcohol pero es tan perjudicial o adictiva una u otras.
El cigarrillo sí es lícito andar fumando por la calle, ¿por qué?
El tema es que llega a niños, a adolescentes, quienes se inician el hábito maldito que los llevará ineludiblemente a morir de cáncer o de cualquier otra enfermedad que no resulta agradable padecer.
Hasta hace un tiempo se llegó a fumar incluso en los colectivos, en las cabinas telefónicas, en los lugares cerrados, en todos lados y nada escapaba la posibilidad del placer sensual o el fumando espero; se fumaba en los consultorios, en los hospitales, en las estaciones de servicio y nada hacía pensar que un hábito tan perjudicial podría tener un coto tan drástico.
Se avanzó muchísimo en cuanto a la ley que obligaba fumar en ciertos bares con una medida determinada y ahora, la ciudad, en otro avance importante, se impedirá fumar en otros lugares públicos o privados cerrados.
Ya vamos a seguir avanzando en otros sueltos periodísticos sobre el hábito del demonio donde ningún argumento es válido para seguir autodestruyéndose. Ninguna de las respuestas son lógicas y valederas, tan sólo el decir “fumo porque se me da la gana”, siendo éste el único concepto irrefutable.
Ya volveremos sobre el hábito maldito donde las consecuencias que ocasiona para nada son positivas y ninguna de ellas es beneficiosa para la salud.
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